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NUESTRA HISTORIA

Nuestra historia comienza hacia fines del siglo XIX, en el barrio del Raval, en Barcelona. Allí, nuestro bisabuelo tenía un pequeño taller de orfebrería. En una época en que todo se hacía a mano y cada herramienta tenía alma, él daba forma al metal con precisión, paciencia y respeto por lo duradero.

Años más tarde, en medio de la guerra, su hijo —nuestro abuelo— emigró a Chile. No continuó con el oficio, pero esa sensibilidad por el trabajo bien hecho, silenciosa pero persistente, quedó sembrada en la familia.

Fue nuestro padre quien, con determinación y honestidad, dio nueva vida a ese legado.
Lo que heredamos de él no fue solo una técnica: fue una forma de estar en el mundo. Ser claro, ser justo, ponerse siempre en el lugar del otro y nunca prometer lo que no se piensa cumplir.

Esa forma de hacer empresa es, hasta hoy, nuestro mayor orgullo.

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LO QUE SOMOS HOY

Como tercera generación, seguimos esa misma línea: afinando el oficio, elevando el estándar, pero siempre desde lo humano. El respeto, el buen trato, la paciencia y la capacidad de vincularnos de verdad con cada persona que nos elige son el corazón de nuestro trabajo.

Diseñamos y fabricamos piezas de alta joyería en oro de 18 quilates y platino, con diamantes certificados y trazabilidad impecable. Cada joya es una pieza única, concebida para acompañar historias que merecen perdurar.

Pero lo que verdaderamente nos distingue no es solo lo que creamos, sino cómo acompañamos: con tiempo, con escucha y con una honestidad profunda.

Creamos piezas que no envejecen.
Que no se desechan.
Que encuentran su lugar en una historia y la hacen más bella.

Ahí. Justo ahí. Eso somos.

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